Luis Miguel Pascual
París, 30 sep (EFE).- Vestida de negro, con paso lento pero firme, la líder de la extrema derecha francesa Marine Le Pen avanzó al estrado de los acusados del tribunal que le juzga de malversación de fondos del Parlamento Europeo y que amenaza su cuarta candidatura al Elíseo, que ella quiere convertir en un proceso político.
Minutos antes de la apertura de la vista, que durante casi dos meses va a atraer la mirada mediática al Tribunal Correccional de París, Le Pen aseguró este lunes afrontar de forma serena la acusación que podría suponer una condena de 10 años de prisión, un millón de euros de multa y hasta 10 años de inhabilitación.
“Tenemos un montón de argumentos para defender lo que creo que es la libertad parlamentaria, que es lo que se discute en este asunto”, avanzó la líder de la extrema derecha, que dijo estar “serena” y confiada en la justicia de su país.
En la primera jornada del juicio, aseguró a la presidenta del tribunal que responderá “a todas las preguntas que el tribunal quiera plantear”.
En una conversación posterior con periodistas, sin cámaras ni micrófonos, precisó que acudirá tanto como pueda al proceso, aunque este martes faltará para asistir al discurso de política general del nuevo primer ministro, Michel Barnier, al que cuenta con dar la réplica.
La líder ultraderechista está acusada, junto a otras 24 personas, de haber utilizado a los asistentes parlamentarios pagados con dinero de la Eurcocámara para trabajos del partido, lo que está prohibido por las normas de Bruselas y Estrasburgo.
Le Pen, a quien los sondeos otorgan opciones de victoria en las presidenciales de 2027, lleva años convirtiendo al partido ‘antisistema’ que heredó de su padre en una formación de Estado, lo que le ha dado ingentes réditos electorales, convirtiéndolo en el más votado en las pasadas legislativas.
Por eso no va a torpedear en el juicio los cimientos del Estado de derecho, aunque sí pretende desacreditar una acusación que considera que persigue frenar su ascenso al poder.
“La acusación se sustenta con calzador”, dijo a los periodistas, mientras el diputado Alexander Varault, designado como portavoz para este caso, denunció lo que considera “un proceso a un partido político lanzado por motivos políticos”, en particular por “el ascenso inexorable” de la extrema derecha en las elecciones.
En su línea de defensa, los abogados de Le Pen buscan proteger lo que llaman la “libertad parlamentaria” que, según ellos, otorga discrecionalidad para el empleo de sus asistentes parlamentarios y critican este juicio por ser una intromisión del poder judicial en el legislativo.
Es la misma línea de defensa en la que cuentan apoyarse otros de los acusados, como el ex número dos del partido, Bruno Gollnish, quien aseguró que “en el momento en el que la Justicia se ocupa de lo que hacen los asistentes parlamentarios, controla lo que hacen los diputados, lo que atenta contra la separación de poderes”.
“Los asistentes parlamentarios trabajaban para nosotros y para nuestra formación política. Es perfectamente legal, ninguna ley lo prohíbe, era una práctica generalizada (…) No hay ningún delito penal, es una cuestión de organización interna”, agregó el veterano exeurodiputado.
Una estrategia diferente a la que a principios de año utilizó el partido centrista de François Bayrou, MoDem, aliado del presidente, Emmanuel Macron, que se enfrentaba a una acusación similar.
Los miembros del MoDem encausado negaron los hechos, pero eso no les sirvió para evitar ser condenados a diferentes penas, con excepción de su líder, que se salvó por falta de pruebas.
En aquel proceso, el Parlamento Europeo estuvo representado por el abogado Patrick Maisonneuve, que vuelve a la carga de nuevo en nombre de Bruselas y que este lunes dijo que los argumentos de Le Pen y los suyos “no se sostienen”.
“Tenemos declaraciones, testimonios, correos electrónicos que muestran que las decisiones se tomaban al más alto nivel”, aseguró el letrado apuntando directamente a Le Pen, al frente de una “trama” de financiación ilícita de su partido, cuando tomó el relevo de su padre.
Jean-Marie Le Pen, fundador del partido y él mismo eurodiputado durante tres décadas, fue el gran ausente del proceso por motivos de salud a sus 96 años.
Su no comparecencia, que parece favorecer a su hija, puede resultar chocante a la vista de unos vídeos filtrados por la web Mediapart, en la que se le ve estos últimos días en aparente buen estado de salud entonando cánticos patrióticos junto a un grupo neonazi en su domicilio de las afueras de París. EFE
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